MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ SOSA
Adalmiro escuchó extasiado, con los ojos puestos en la mirada iluminada de la mujer pálida y de piel resplandeciente por efecto de alguna pasión interior.La realidad, señor investigador, es que yo soy una valkiria que seleccionó a un hombre que debía morir. No me pregunte por qué, cómo fue ni si fui yo.Hizo una pausa.Un policía inteligente, como usted lo parece, debería conformarse con las cosas como están. El mundo real es distinto en su imperfección al de las sagas. Esa muerte me pesa y tengo que vivir con ella. ¿Me entiende usted? Es lo que le puedo decir.Y se levantó de la silla, su mirada fulguraba. Se despidió con una venia y se volvió para salir por la reja. 10