Guillermo Londoño Zuluaga
Quienes afirman que la «Odisea» fue compuesta por una joven siciliana aducen, entre otras razones, el conocimiento del autor o autora de la vida doméstica cortesana y de otros asuntos más asequibles a la psicología y a la sensibilidad femeninas, en contraste con los conocimientos náuticos y militares del autor de la «Ilíada». En «Vivir en soledad es triste» ocurre lo contrario: el autor consigue meterse en el papel de la narradora y relatarnos estos hechos, reales y ficticios, de la vida política chilena desde la perspectiva de una mujer de mediana edad residente en Madrid, exiliada allí desde muy joven a causa de la dictadura militar y del ensañamiento de la «tarasca del régimen» con su familia, un linaje de la clase alta chilena emparentada con Salvador Allende. Desde la cotidianidad de su vida como abogada, recuerda algunos de los más oscuros pasajes de la historia chilena, mientras emprende una reveladora investigación sobre su pasado familiar. En esta novela, Moller mezcla la historia con la ficción para entregarnos una heterotopía del curso de la dictadura y del final de sus protagonistas, Augusto Pinochet y su esposa, la Tía Cía. A lo largo de sus páginas consigue atraparnos en la trama, la cual se mueve constantemente entre el presente y el pasado, entre la cotidianidad de una mujer española y eventos tan sorprendentes que sólo podrían ser fruto de la realidad, hasta llevarnos a un final inesperado, semejante a una utopía si no fuera porque, ni siquiera en la ficción, ha podido borrar años de infamia. Esta novela, consideramos, no sólo será leída por españoles y chilenos, sino que tendrá una multitud de lectores hispanos a ambos lados del Atlántico. Es lo que promete. (Cristancho Duque) 10