Mary E Thompson
HudsonAnna Charlotte tenía una maldita cara dura. ¿Paseándose por mi bar y actuando como si tuviera algo que decir sobre cómo gestionaba las cosas? Podía sentar su lindo y curvilíneo trasero en un taburete y enfurruñarse, pero no podía soltar ni un solo comentario.Como si fuera capaz de guardarse sus pensamientos. Tenía una opinión sobre todo. Y todas decían que yo estaba equivocado.Estaba perdiendo la paciencia con esa mujer. Si no tenía cuidado, iba a tener que hacerla callar. Solo había una manera de conseguirlo. Y era tremendamente eficaz.AnnaConfianza era una palabrota. Me habían quemado demasiadas veces de demasiadas maneras. Hudson era solo otro hombre irresistible que pensaba que sabía lo que era mejor para todos. Pero él no sabía qué era lo mejor para mí y mis chicos. Hudson no era su padre.Solo porque le hubiera dado trabajo a mi hijo mayor... y ayudara a mi pequeño a estudiar después del colegio... y me cuidara cuando bebía unas copas de más...Hudson acabaría mostrando su verdadera cara, como todos. Me daría la razón, como todos.A menos que estuviera equivocada sobre él, y ya hubiera demostrado quién era realmente.