Antonio López García
1880. La semilla intelectual y moral de doña Concepción Arenal florece en la persona de Clara Agostinho, discípula directa suya como vimos en la primera parte de esta dilogía. Escuchando los dictados de su propio corazón y aplicando los principios de su maestra, buscó equidad y solidaridad educativa para los lugares más remotos del país.Seducida por la manera de escribir y pintar de dos mujeres, deseosa la una de poder tocar el cielo con las manos y poseedora la otra de alas para volar, se decide a difundir sus trabajos, por considerar que contienen la fuerza de liberar cosas que muchas mujeres mantienen encerradas dentro de ellas. Y juntas luchan por un doble objetivo: erradicar el absentismo escolar, sobre todo el femenino, y poner fin a la desigualdad de género.Es un tópico afirmar que la novela histórica ni es historia ni es novela, porque el autor sitúa a sus protagonistas en un tiempo y un espacio convenidos. Pero, sin embargo, posee la virtud de poder dar a conocer a personas célebres. Queda, pues, como tarea del lector, averiguar dónde empieza la ficción y dónde la verdadera historia. 10