Manuel Quiñones
Pertenecemos a una generación donde nadie nos habló del cerebro; aparte de saber dónde queda y sus partes nadie nos enseñó cómo funciona nuestra mente y mucho menos cómo aprovecharla al máximo. Hay que aceptarlo: estamos desactualizados, y por eso es casi imposible innovar en nuestras vidas y nuestras organizaciones y por ende en los productos y servicios. Sin embargo hemos ido muy despacio. Estamos tardando mucho en darnos cuenta que esto es una realidad; no un mito o una moda como muchos han afirmado. Las neurociencias nos permiten hacer arqueología con nuestros clientes. Nos damos a la tarea de escarbar en sus mentes para poder descifrar qué, cómo, cuándo y por qué desean o quieren nuestros productos o servicios. Todos los días hacemos nuevos descubrimientos en la forma en que tomamos decisiones. Esta nueva herramienta hace que usted cree su propia solución a la medida de sus clientes, pero desafortunadamente seguimos en el paradigma que sobre ventas todo está escrito, de que ya nos las sabemos todas. Insisto en que en este tema al interior de las organizaciones nos falta humildad, no creemos en las ciencia sociales y mucho menos en las biológicas. Es el momento de cambiar .