ALEJANDRO DE ARA MARTÍN
Han pasado ya casi dos años desde el fin de esa pandemia que terminó con casi la totalidad de la población mundial. El pánico ha quedado atrás, pero se llevó la civilización consigo. David, uno de los supervivientes, hace su vida apartado de todo y de todos. Hace ya tiempo que esta se limita a apenas lo básico: sobrevivir. Un día, un anciano moribundo arriba a las puertas de la antigua iglesia local. Entre las escasas pertenencias que portaba se encontró el diario de una joven en apuros. Un rostro conocido.David es joven, fuerte y, al contrario que sus escasos vecinos, no parece tener miedo. De modo que acepta el encargo, creyendo poder seguir las pistas y dar con la joven. En su viaje no lleva mucho: el diario y una vieja pistola.¿Qué hallará a lo largo de los cientos de kilómetros que lo separan de su objetivo?El mundo se ha reducido en extensión y nadie es capaz de aventurar qué habrá más allá de su pequeño núcleo de confianza. Durante mucho tiempo, tan solo llegaron rumores. Tan solo absurdos rumores...de una otrora capital sometida a un régimen tiránico y aislada del exterior por la fuerza, de visiones de figuras encapuchadas que portan martillos de plata y recorren aislados caseríos de montaña, de bandas que aguardan junto a los caminos y riegan de cadáveres sus márgenes.