Carlos A. Díaz Barrios / Carlos ADíaz Barrios
Hay un verso en La carne del cielo que bien podría situar (o extraviar en su bosque de signos) a quien se adentre en sus páginas: 'Esa forma de hablar con los muertos'. Carlos Díaz Barrios sabe que el poema se escribe para uno mismo, o para Nadie; esto es, se le canta a ese lector siempre difunto, porque hablar con los órdenes del cielo es actuar en un anfiteatro en ruinas lleno de espectros. Como un Virgilio guiado por Rilke (resuena en este libro aquel '¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros celestiales?'), por Blake (las imágenes aquí son ecos pictóricos o líneas fugadas de los poemas) y por Eliot ('Lo que pudo haber sido y lo que ha sido /Tienden a un solo fin, presente siempre'), Carlos Díaz Barrios se (nos) adentra en una inquietante dramaturgia poética.