Fabio Roncaglia
La imagen del pintor de Cadore es una obra que rebosa en un acopio interesante de iconografía y de iconología hasta el punto de ser considerada la obra pictórica ecuestre por antonomasia. Erwin Panofsky llegó a definirla como 'el primer retrato ecuestre autosuficiente, no alegórico y no ceremonial'[1] Si bien, Tiziano huía de alegorías y se dedicaba a un realismo exuberante de colorido quitándole importancia al dibujo como hacían los pintores florentinos, no obstante esto, la obra demarca los elementos esenciales en sus puras formas buscando el fruto iconológico dictado por su mecenas. La grandiosidad de la pintura no desdice del bagaje histórico que transpira en su coloratura. Allí está el desarrollo y la finalidad del trabajo: develar los antecedentes, el desarrollo y el desenlace de la gran guerra llevada por Carlos V y sus aliados contra los príncipes protestantes en los territorios alemanes a través del magnífico cuadro expuesto actualmente en las salas del Museo del Prado. [1] E. Panofsky, Estudios sobre iconología, Madrid, 1992, pp. 13-44