Pedro Arbeo
Miguel Domínguez, teniente de la Benemérita, al terminar la Guerra Civil es destinado como comandante de puesto de la localidad de Rumiera, en el Campo de Calatrava. El teniente, ya en la treintena, es un oficial entregado al servicio con las ideas muy claras sobre sus obligaciones respecto a la ley. Sus jefes directos de la comandancia de Ciudad Real comprueban sus grandes dotes para la investigación criminal y es enviado a Madrid para la realización de un curso en el Grupo de Homicidios. Domínguez interviene en la resolución de diversos casos de asesinato en la comarca calatraveña, en Madrid durante sus prácticas y en la Mancha ciudarrealeña. Estos crímenes, impulsados principalmente por venganza, odio o rencillas políticas, son frecuentes en la posguerra española. Siempre que resuelve un caso, piensa satisfecho el teniente que «ha triunfado la justicia», pero en ocasiones se atraviesan en la investigación poderosas fuerzas que se imponen a la verdad; Domínguez no transigirá y tomará una dolorosa decisión. Los tres casos que se recogen en esta obra componen una mirada al pasado, buscando más allá de la simplificación de aquellos que afirman que «nuestra historia política y social es puro desencuentro entre buenos y malos», negando incluso la realidad palmaria de que «entre los malos hubo gente buena, del mismo modo que entre los buenos hubo gente mala».