Roberto Mendoza
Entre el sexo y el amor existe un hilo muy delgado que se llama erotismo. Confundimos con frecuencia estos sentimientos y posiblemente nos encontremos en el limbo de Eros, en particular durante los tres primeros meses de relación. Cuando la pasión y la posesión absoluta encuentran su reino y donde con frecuencia encuentran abrigo los celos. Un gran baño de mediadores químicos nos enajenan de todo. Así, quedamos a merced de un cuento de hadas, todo lo vemos de color rosa. No es raro que al despertar de ese sueño; ese gran misterio a vivir y sentir. Nos invada el hastío. Los demonios del ser querido y los tuyos aparecen. Entonces sólo quedan dos caminos. Seguir o parar. Algunos siguen a veces por presión familiar; otros porque creen en los paradigmas establecidos en la sociedad. En fin, uno se aleja de la pareja sin sentirlo. Nada es para siempre. No somos santos ni bestias, al pasar los años de convivir y coexistir con la persona amada, puede aparecer la indiferencia e incluso el olvido. Entonces, el amor debe defenderse con mucho valor y paciencia y sin dejar que nada, ni nadie intervenga.El dilema del amor y el sexo radica en que vivimos condenados a convivir con ambos, y eso se bebe en un solo cáliz. De nosotros depende fundir las dos almas en un ser humano. Demasiado humano.